El 17 de mayo de 1992, Juan Pablo II beatifica a Josemaría Escrivá de Balaguer. Lo proclama santo diez años después, el 6 de octubre de 2002, en la plaza de San Pedro, en Roma, ante una gran multitud. « Siguiendo sus huellas », dijo en esa ocasión el Papa en su homilía, « difundid en la sociedad, sin distinción de raza, clase, cultura o edad, la conciencia de que todos estamos llamados a la santidad ».
Durante las misas del pasado domingo 6 de octubre dimos a venerar la reliquia de San Josemaría.
Este día celebramos con especial alegría el aniversario de la canonización de San Josemaría Escrivá de Balaguer, un acontecimiento que marcó un hito significativo en la historia de la Iglesia y en la vida de los fieles. La canonización de San Josemaría no solo conmemora su elevación a los cielos, sino que también invita a todos a reflexionar sobre su mensaje de santificación de la vida cotidiana y el llamado universal a la santidad. En este aniversario, recordamos con gratitud su visión y su dedicación, y renovamos nuestro compromiso con los ideales que él vivió y enseñó: la búsqueda de la perfección cristiana en medio de las tareas ordinarias, trabajar en el presente con generosidad, pensando en el futuro, difundir la llamada universal a la santidad a través de su propio trabajo profesional y en las actividades propias de la vida civil y familiar ordinaria.